La decepción tras el objetivo alcanzado

alex madera
2 min readJul 20, 2023

Abstraído, enfocado en alcanzar la meta, de repente el sonido de las ruedas que rompen el terrible asfalto que recorres de forma apresurada, te resalta la idea de que tienes en tus manos unos productos a los cuales les podrías sacar una ventaja sustancial, siempre que se pudiera accionar de la estructurada manera que ese recorrido te había susurrado y que una vez concluiste el recorrido, de manera fugaz, evitando que algunos obstáculos en el camino te impidieran plasmar en la libreta aquellas ideas que estarían colocando a dichos productos, en otra esfera.

De repente tus dedos recorren el teclado de la computadora, buscando esas palabras que se encuentran enclavadas en los mismos, como si pudieran sentir la conexión de aquellas ideas surgidas mientras recorrías una de esas exigentes rutas, en las cuales buscas de manera incesante poder romper con algunos esquemas y normas impuestas.

Revisas las herramientas, analizas el panorama y el escenario que se presenta es halagador, pero se presenta un punto que no debe obviarse bajo ninguna circunstancia y que resulta inapelable, para poder conquistar el objetivo que se ha esquematizado.

Los números arrojados muestran claramente que el camino es promisorio, que se esperan luces destellantes y fuegos arficiales una vez se puedan lograr. Llega el día, lo presentas y en algunos solo queda el eco de lo que se puede lograr, pero se pierde en la ensordecedora negligencia de aquellos que solo esperan que la magia provoque la salida del conejo, sin detenerse a verificar que hay dentro del sombrero y el como pudo este salir de semejante espacio.

Echado a andar el tren tras un horizonte claro y despejado, sin embargo, la falta de visión y conocimiento, así como disposición, surge esa espesa neblina que impide el avance continuo y persistente, y se abraza en una lucha de egos inflados que se empiezan a sentir mancillados, porque a pesar de la niebla y aunque la velocidad aminora, no hay parada.

Parada obligatoria, toca revisar las estructuras y hacer los cambios de lugar, previniendo la descomposición normal de un tren que debe surcar un largo y pretencioso camino, y a pesar de que todo parece en orden y que el trecho recorrido ha sido en un tiempo prudente y se han obtenido resultados satisfactorios y que provocan que puedan ser disparados aquellos fuegos artificiales prometidos en una ruta de partida, lo que se escuchan son los contratiempos y se esparcen rumores de incompetencia.

De repente, aunque la niebla siegue de manera incesante provocando poca visibilidad, las herramientas de conducción te muestran que más adelante nos estaremos encontrando de seguir al ritmo constante, la consecución de los objetivos que se pudieran ver en aquel recorrido empujado por dos ruedas, pero ya no se vislumbran aquellos destellos de los fuegos artificiales, pues el encono de la mediocridad impuso su traje y permeó la ilusión, dejando al descubierto el mar de desilución propia de una conquista de tan solo una porción tras lo que fuimos.

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